domingo, 29 de noviembre de 2009

El elefante encadenado

Video:

http://www.youtube.com/watch?v=SDlrj-2UUC0

Cuento:

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enrome bestia hacia despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas clavada a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía 5 o 6 años yo todavía en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía... Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez...

2 comentarios:

  1. El cuento del elefante encadenado es un relato interesante que para mi entender palpa un tema complicado y no exento de controversia, la libertad. Sin entrar en debate sobre esta cuestión, sobre que intereses son mejores para el individuo y cuales no, hay que reflexionar sobre las intenciones sociales, políticas, económicas, para crear un tipo de sociedad bajo unos parámetros muy definidos de cómo debe de ser un buen ciudadano y como debe comportarse. Por tanto hay que decir que esta historia que se puede asociar perfectamente con la educación, o mejor dicho, los sistemas educativos de nuestra sociedad, ya que son muchas las cadenas que nos encontramos en el día a día, no solo en el ámbito educativo: medios de comunicación, sociedad, política, publicidad, etc. todos estos estamentos intentan concienciarnos de cómo debemos vestir, hablar, comportarse, el ideal social, etc. en definitiva, un sin fin de cadenas que repercuten en la persona y en su desarrollo personal como individuo social, a veces de manera mas visible y otras veces menos evidente, pero que en definitiva solo logran mermar la libertad del individua como las cadenas y el tozo de madera hacían con el elefante.

    Como hemos dicho este cuento de Bucay se puede aplicar al ámbito educativo, ya que en nuestra sociedad la educación formal o institucionalmente reglada, se convierte en el primer y más importante agente socializador de nuestros días. Toda la sociedad deposita la responsabilidad de la educación en el escuela, por este motivo este agente cada vez posee más valor en lo referente a la educación del individuo.

    Toda vía, y no son pocas, las escuelas que educan unos valores, actitudes, ideales, muy rígidos y en ocasiones controvertidos, con la única finalidad de conseguir que amaestrar al individuo, que no actúe por iniciativa propia, como el elefante. Los curriculums está fuertemente politizados, siempre con fines políticos en vez de sociales que sería lo más adecuado para mí entender. Al igual que el elefante no tira del taco de madera y lo arranca para liberarse, la persona tampoco reflexiona sobre sus propios valores, su propia forma de entender el mundo, no tira de su propia cadena emocional y psicológica. La persona que no razona no es libre decía Kant, pero en muchos casos se considera más importante llenar al niño de multitud de información, sin ni siquiera percatarse de que el propio joven debe de ser dueño de su propio destino. Nadie le dijo al elefante que podría arrancar la cadena una vez crecido, y es aquí donde nuestra labor como educadores cobra sentido, en intentar decir a los que ponen las cadenas que las rompan, decir a las personas que tiren. El problema está en que al igual que el elefante adopta una posición sumisa y permisiva, la persona también se acostumbra y asume su destino. En mi opinión a nuestros alumnos, en nuestras aulas y en la vida en general, sigue faltando mucha autorreflexión y autocrítica, que el individuo o el niño en todo caso sea el que valore las pautas de su futuro, que piense y razone sobre su vida, que sea critico y reflexivo con la políticas, los medios de comunicación, su propia educación, educar a un ciudadano libre sin cadenas.

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  2. Y además creo que es importante, ahora que tanto se habla de falta de falta de autoridad de los profesores, que se explicite exactamente qué entendemos por autoridad y cómo una situación de aparente libertad o "libertinaje" puede encerrar un trasfondo autoritario. Aquí son fundamentales las reflexiones de A. S. Neill y enfoques que han sido tan sugerentes como malinterpretados como es el de la escuela que fundara: Summerhill.

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